Si Botero pasara por aquí...! Amparo se llama. La falda roja cae lentamente por sus gruesos muslos. La mujer mira fijamente un punto indefinido. Es gorda. La fecha, dice 1970. Es un óleo sobre lienzo del pintor colombiano.
Y como esa Amparo, lejos del pudor, Alfonsina, Carmela, Rocío, Judith, María Luisa dejan ver las formas gruesas y redondas de sus cuerpos, atípicas, quizás, para el ideal de belleza.
“Desnudamos la justicia. Pueden ver mi cuerpo pero no mi alma”, cuenta Alfonsina. Morena, de 1.60 de estatura. Rostro en donde las arrugas comienzan a dibujar los 52 años que dice tener.
Los silbidos, la sorpresa, las miradas, condescendientes unas, inquisidoras otras, aparecen en las caras de los transeúntes.
Los taxistas piropean y los turistas toman fotografías.
Son ellas: Las mujeres de los 400 pueblos que toman por asalto Paseo de la Reforma, en la Glorieta de la Diana la Cazadora
“Desnudamos la justicia. Pueden ver mi cuerpo pero no mi alma”, cuenta Alfonsina. Morena, de 1.60 de estatura. Rostro en donde las arrugas comienzan a dibujar los 52 años que dice tener.
Los silbidos, la sorpresa, las miradas, condescendientes unas, inquisidoras otras, aparecen en las caras de los transeúntes.
Los taxistas piropean y los turistas toman fotografías.
Su sueño, dice, es “tener un pedazo de tierra para trabajar. No estoy aquí para que me vean las nalgas, no estoy para eso, estoy denunciando la represión que hemos vivido”.
En sus ojos negros se asoman las primeras lágrima. Son las mujeres de los 400 pueblos. Son el anhelo del pintor colombiano.
¡Y Botero que no aparece!.